miércoles, 3 de febrero de 2010

La casa de mi Abuela

Recordé esos almuerzos en la casa de mi abuela, con mis tíos, días buenos, de niñez, días siempre soleados (al menos así los recuerdo), y los días de invierno llegando del colegio con los pies congelados dentro de esas botas de agua, que eran insoportables. Días de intensa tele, el canal 2 me acuerdo. Días en donde era sagrada la teleserie a la hora de la once con pan con palta peluda, margarina, y a veces, chanchito. Eran días entretenidos, en el colegio con las amigas, reírse de los profesores, no estudiar, días de esos en que no llevas los materiales que pidieron porque se te olvidaron, o de esos en que compras las cosas el día anterior en la noche y justo, justo no encuentras lo que buscas. Esos días en que todo es fácil, en que todo es divertido, esos días en que te frustras por estupideces, esos días en que no entiendes las cosas, porque eres muy pequeño para comprender.Y recordando esos almuerzos, con jugo en botella de coca cola, cuando mi tía llegaba del colegio, y veíamos la teleserie de la tarde, cuando yo no me comía toda la comida, cuando nacieron mis primos (que son cuasi sobrinos), cuando me iba donde la Ximena, o con la Tía Rosa y la Loreto y el Jaime y el Henry, a quedar y disfrutar y reír y jugar y ver tele y comer pan con queso y leche chocolatada. Recuerdo también los viajes de vuelta en metro y las caminatas desde la alameda para mi casa, la casa de mi abuela.

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